Un anti-social es quien construye contracultura y se
opone creativamente al orden establecido. Alguien que incita a su desorganización
o negatividad. Una negatividad donde algo cambia. Decir “no”, siempre algo
cambia. Un anti-social puede dar miedo, puede desorganizar la estructura, puede
romper con la familia.
Inflamadas
de retórica, Jorge Díaz y Johan Mijail
Pina:
¿Qué tenis miedo?
Rucio:
Sí. Miedo a que se me pegue la enfermedad.
Porque
en este Botadero nos tratan como a basura y
así
como al cristiano lo tratan ¡así termina siendo!
Los
papeleros, Isidora Aguirre
Fotografía por Gustavo Eulogio |
El texto original en la canción del inicio
decía: “Esta es la historia / de la escoria del hombre / y del hombre en la
escoria./ El teatro con sus licencias os la viene a relatar/ en nombre del
papelero / que no la sabe contar” [1].
Pero la versión 2016 dista mucho de querer ser simplemente la voz de quien “no”
la tiene, ya que es también una crítica a las clases oprimidas y al sistema de
opresión naturalizado en ellos.
Fotografía por Matías Cuando Voy |
La primera pregunta que nos asalta con
este montaje es ¿Por qué en este momento en donde la politicidad y la escena
teatral chilena parecieran estar de luna de miel se opta por su antítesis, lo
antisocial? Un atisbo puede dárnoslo un análisis a las partes de este
emocionante montaje de egreso. Desde la decisión del texto, hay algo ya que
desencaja del usual panorama de fin de año. Si bien es una versión libre, en la
mayoría de la obra se respeta el texto original, sin el costumbrismo, los
modismos y las formalidades del lenguaje de la época en que Aguirre la
escribió, “neutralizando” el marcado hablar de los personajes. Corroborar que
la miseria retratada/resignificada en la obra (escrita entre finales de los 50s
y estrenada a comienzo de los 60s) es profundamente contemporánea y atingente,
es un acierto. Tanto así que es imposible no sensibilizarse con dos (de muchos)
de los aspectos de opresión ejercidos históricamente desde la cotidianeidad de
nuestro sistema de producción y de relaciones como son la violencia
(estructural y micro) y la marginación-marca del trabajo pauperizado como
condena.
Lo antisocial opera como un escupo y una
propuesta ante ese teatro que intenta museificar los conflictos de clase,
contra los que Isidora Aguirre (y toda la
generación del Teatro Político de los años sesenta) escribió y luchó
activamente. Así mismo la dirección de Artés y la asistencia de López proponen
estéticamente desde la tradición selectiva (en términos de Williams) del Teatro
Político aspectos profundamente atingentes y sensibles, desmenuzando,
reflexionando y sensibilizando los mecanismos de sometimiento y miseria a los
cuales se encuentran expuestos los sectores marginados de nuestra sociedad. Lo
que lleva al montaje a tomar distancia del tibio teatro social (de moda por
estos días) en donde el conflicto social queda señalado o exhibido.
Al respecto Artés escribe en el programa
de la obra:
Este montaje se levanta
como una tentativa o acercamiento sensible al mundo de lo antisocial. No
pretende indagar (de manera profunda) en las relaciones de poder que las
generan, tampoco de mostrar los males a los que nos arrastra el capitalismo,
sino de dar espacios a sensibilidades y mundos escondidos fuera del trabajo
productivo y aceptado socialmente, subjetividades que se construyen a partir de
los desechos que genera la sociedad. Individuos e individuas que molestan, que
sobran.
La importante de este trabajo es que se
renuncia a la fetichización de la pobreza o a su estetización, ya que sus
elementos musicales (con alusiones y referencias al repertorio underground de los 90s), el universo
visual, los vestuarios y la escenografía nos hablan de otra pobreza
profundamente digna y en batalla constante, tanto con el afuera como consigo
misma. Momentos de fuerte conmoción
estética como la aparición del basural o la sobreexposición a la miseria de las
y los papeleros ante fenómenos naturales como la lluvia, nos muestran un
posicionamiento estético frente al conflicto social/lucha de clases y también frente
al teatro. La valoración del oficio, la dirección de arte colectivizada que se
ve en los detalles construidos por cada actriz y actor del elenco, nos muestra
que el acento está puesto en lo que se cuenta, en donde los elementos no son
accesorios, sino profundidades y necesidades. El montaje nos sensibiliza con
mucha imaginación, trabajo, oficio y con poco presupuesto económico.
La obra en general tiene un carácter
oscuro y transhistórico, es decir, fluye y circula por aspectos de
miserabilidad, pobreza y abandono que desconciertan; una no sabe si está en 1963,
en el 2016 o en el 2024.
Fotografía por Matías Cuando Voy |
Fotografía por Matías Cuando Voy |
Fotografía por Matías Cuando Voy |
El montaje en términos generales es la
propuesta estructural del original de Isidora Aguirre, las escenas colectivas
son las mismas, pero no, ya que la epicidad se diluye entre los toques de
desesperanza a lo Joy Division y la ruda crítica que las autoras (Aguirre y
Artés) hacen a las sociedades con las que dialogan: la violencia, el machismo,
el alcoholismo, la segregación se estrellan ante nuestros ojos con escenas de
removedora belleza como la del mitin de la guatona Romilia y la de los dos niños
(que huyeron del hogar) drogados con lo que les alcanza, donde simplemente
miran las estrellas y sueñan con posibles. Esos posibles de estrellas que se
estrellan, como la historia que se está escribiendo en Chile con la nueva
migración (haitiana en la obra) y la decisión político-travesti de evidenciar
la negritud que el endémico racismo chileno quiere negar.
El único aspecto que deja con ganas de más
en la obra guarda relación con el final, que si bien en el original tiene un
carácter demasiado épico (hija de su época), en este montaje queda poco claro,
tanto la acción de empoderamiento de la protagonista, como la posibilidad de
salida frente a la imposibilidad de organizarse, para lograr el objetivo
colectivo de un suelo y un techo dignos para vivir.
Este imperdible trabajo de Teatro Político
estará hasta el 14 de enero, y acá van las coordenadas.
Fotografía por Fototeatro |
Desde el 03 al 14 de
enero de 2017
Egreso Cuarto año,
generación 2016.
Dirección: Patricia
Artés
Asistente dirección:
Álvaro López
Música: Alejandro
Miranda
Diseño Integral: Daniel
Bagnara
Asistente de diseño:
John Alvarez
Diseño Gráfico: David
González
Elenco:
Jonathan Eloy Faúndez
Catalina Latorre
Pía Molina
Eduardo Morales
Samuel Ovalle
Mauricio Padilla
Natalia Peña
Francisco Sálazar
Camilo Valdivia
Javier Varas
Nicole Vidal
Funciones Enero:
3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 -
10 - 11 - 12 - 13 - 14
A las 20:30 hrs.
Libertad #53 (Metro
U.L.A)
ENTRADA LIBERADA
TEATRO ARCIS
[1] Aguirre, Isidora, (1964),
“Los papeleros” en Ediciones de la revista Mapocho. Sin año, sin número.
1964, pp. 57-93.
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